martes, 24 de septiembre de 2019

Resumen y reflexiones de la cuarta clase

Imagen de Janine Bolon en Pixabay 
En la entrada de mi blog que describí cómo iba a ser la sesión que tuvimos el pasado jueves, ya no aparecía detallada la secuencia temporal a seguir, sino sólo una descripción más general de los objetivos a conseguir.  Sin yo decir nada, todos os pusisteis a leer las últimas entradas del blog y consultar la información allí referida. Y en una escasa media hora ya os habíais repartido en grupos y empezado a realizar la actividad del día. Esto demuestra que en solo quince días y cuatro clases ya se ha interiorizado el funcionamiento y esquema de las sesiones. Y ejemplifica que los seres humanos somos "animales de costumbres", que repetimos comportamientos y rutinas y los convertimos en hábitos con facilidad. Habrá quien piense que esto es bueno y quien crea que es malo, pero en cualquier caso "es". Así que lo más inteligente es emplearlo a nuestro favor como docentes sabiendo, por ejemplo, que las primeras clases con nuestros alumnos marcarán el ritmo de todo el curso o que los grupos que formen los alumnos de forma casi casual el primer día se repetirán casi inconscientemente o que si queremos una respuesta determinada de la clase puede bastar guiarla de manera repetida durante un tiempo.
En cuanto al contenido de la clase, estuvo centrada en las rúbricas, en su elaboración más concretamente, porque hasta que no se emplean no se puede calibrar con precisión su utilidad, ventajas e inconvenientes. Recuerdo que en el debate de algún día anterior ya surgió el tema de que nada sirve considerar importante la enseñanza basada en adquirir habilidades para, por ejemplo, ser capaces de ejercer el pensamiento crítico si luego sólo empleamos exámenes para evaluar al alumno, centrándonos en la certificación de conocimientos específicos. El uso de rúbricas no va a garantizar que esto no sea así; de hecho, se podría, e incluso se debería, elaborar una rúbrica para puntuar un examen. Pero sí que son comúnmente aceptadas como una de las maneras más correctas para valorar justa y metódicamente otro tipo de instrumentos de evaluación, otros métodos para recoger datos que nos permitan conocer el progreso de nuestros alumnos, como puedan ser exposiciones orales, procedimientos de trabajo empleados en el taller, proyectos de tecnología,...  Será la elección de estos instrumentos de evaluación, y no la rúbrica, la que promoverá un tipo de aprendizaje u otro. Pero la rúbrica nos puede dar objetividad como evaluadores, guía para el alumnado, justificación ante padres, compañeros y sociedad en general de nuestras calificaciones. ¡Que no es poco!



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